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viernes, 22 de enero de 2010

El Rey Tirano

Dr. Alfredo Bautista Sánchez

Había una vez en un lejano país un pequeño rey tirano que era cruel y despiadado con sus súbditos, caprichoso y exigente, todas sus peticiones tenían que ser cumplidas o de lo contrario era amenazador y violento. Era capaz de derribar a alguien mas corpulento al cual le hubiera sido muy fácil deshacerse del dominio del pequeño rey , pero este había adquirido un gran poder gracias a un poderoso aliado que era su primer ministro, este personaje era una persona muy experimentada, pero que en realidad usaba al niño rey para que fuera el portavoz de sus deseos.

Llegó el momento que el reyecito pudo también dominar a su primer ministro, y este intentó quitar el poder que había otorgado, pero surgió de inmediato otro ministro que siguió apoyando al tirano a ejercer su dominio.
Parecía que ninguna fuerza humana era capaz de quitar ese poder; mientras tanto el rey aprendió a ver las debilidades de sus ministros, que ahora peleaban entre si para mantener el poder de su majestad.

Los súbditos pensaron que hacía falta un buen plan para quitar el poder al reyecito, y bajo engaños lo llevaron con magos quienes ofrecían ayudar por medio de magia y pócimas, pero en vez de cambiar, lo hacían más fuerte.
Un día llegó un extraño al reino y se percató de lo que sucedía. Y dijo a lo súbditos que podría ayudar a derribar al tirano, pues en otros reinos había podido derrocar a otros reyes y reinas que habiendo rebasado la niñez, se habían convertido en su adolescencia además de poderosos, también crueles y despiadados.
Los súbditos pensaron que todo el plan debería ser dirigido al pequeño rey, y le dijeron que habían hecho lo imposible por quitarle el poder pero todo había sido en vano.
El extraño sacó de su equipaje un pequeño caballo de madera, una flauta, y una bolsa con piedras de colores, y pidió ser llevado frente al pequeño tirano.
Sorprendidos los súbditos accedieron a la petición y lo presentaron al rey. El forastero colocó los objetos en el suelo, se puso en cuclillas e invitó al pequeño a jugar, al ver este los juguetes, suspiró satisfecho y comenzó a jugar. Los súbditos miraban sorprendidos la reacción, pues había desaparecido el rey tirano y se había convertido en un niño más que al igual que otros estaba disfrutando el juego olvidando su actitud tirana.

Enseguida el extraño dijo, quiero estar ante la presencia de los ministros. Enseguida lo llevaron y dijo a los súbditos. A quien deben derrocar es a estos ministros; porque en realidad son ellos quienes han estado utilizando al pequeño rey para que fuera el portavoz de sus deseos.

El pueblo entendió y formaron un jurado, que determinó que había que quitarles el poder a estos ministros y nombraron entonces a un rey con experiencia y sabiduría.
El reino volvió a la paz y los súbditos fueron tratados con justicia por el nuevo rey.
Antes de despedirse el forastero dijo a los habitantes que en otros reinos, quienes habían tomado el poder eran reinas, y que con igual sabiduría pudieron ejercer un gobierno justo.

Se dice que en este siglo XXI, la maldición de los pequeños reyes tiranos ha resurgido y se ha infiltrado a los hogares. Se tienen noticias de niños y niñas que son tan poderosos como el reyecito de la historia, pero ahora los primeros ministros son los adultos de las mismas familias. Los propios padres, los abuelos, los hermanos y otros miembros de la familia, que con sus actitudes tolerantes alientan y mantienen el comportamiento aparentemente incontrolable de los pequeños.

La estrategia es la misma que en la historia. Habrá que devolverles la niñez; el caballo de madera representa el encuentro con la naturaleza, la flauta la sensibilidad ante las manifestaciones estéticas y las piedras de colores, la capacidad creativa y la imaginación que se ha perdido en los niños de nuestro tiempo.

Los extraños son los profesionales de la Terapia que al estar fuera de las familias, pueden percibir desde perspectivas diferentes lo que es de utilidad para cada familia. Y con ello devolver el respeto que los padres se merecen y poder ejercer con libertad, la disciplina, la autoridad racional y el amor que sus hijos necesitan.